Adopta una autora: Karen Joy Fowler y Fuera de quicio



Fuera de quicio es el culpable de que haya decidido adoptar a Karen Joy Fowler. De todo lo que ha escrito, fue lo primero que leí, y solo por este libro me lanzaría a adoptarla hasta el infinito y más allá (hola Karen, ¿quieres venir a vivir conmigo? Tengo calefacción central y gatos).
Publicado originalmente en 2013, ganó en 2014 el premio Pen/Faulkner de Ficción y fue finalista del Man Booker Price ese mismo año. Aunque no entiendo muy bien su presencia en unos premios de ficción no realista, también fue nominada en la categoría de Mejor Novela en los Nebula de 2013. En castellano lo ha editado Malpaso, que lo publicó en enero de 2016 tanto en papel (a mi juicio en una edición muy bonita) como en digital.
He leído en varias críticas que su título en inglés, “We are all completely beside ourselves”, es mucho más acertado que su traducción al castellano. Jugando con dobles sentidos, condensa varios significados de la novela en una sola frase (cosa que nuestro titulito en español no ha conseguido).

Resumir el argumento de esta novela es difícil, y más aún escribir sobre qué fibras sensibles me tocó este libro sin revelar más de lo adecuado para poder disfrutar plenamente de él. En la propia sinopsis de la edición en castellano de Malpaso lo primero que hacen es recomendar leerlo sin saber nada, para pasar a continuación a destriparlo sin piedad. Así que voy a seguir su ejemplo, escribiendo una primera recomendación discreta, y avisando después para adentrarme en terreno spoileroso y contar algunas cosas con más libertad.
El libro es la narración en primera persona de Rosemary, que nos cuenta la peculiar historia de su familia, en la que sus dos hermanos llevan años ausentes. Al intentar evitar pensar/sentir sobre su infancia y los sucesos que llevaron a esa ruptura, su identidad ha quedado maltrecha y desdibujada. Fowler escribe con un estilo sencillo e irónico que personalmente me enganchó desde el primer capítulo; es fácil y agradable leerla. Rosemary es una narradora no-confiable, pero también divertida, y en más de una ocasión el libro me tuve que carcajear con sus ocurrencias. A pesar de todo esto, aunque el envoltorio facilite la ingesta (en mi caso hizo que lo devorase), bajo esta aparente ligereza el libro trata sobre temas complejos y, al menos en parte, difíciles de digerir. A grandes rasgos, se puede decir que es un libro sobre la identidad, la familia y sus tabúes, las cosas en las que evitamos pensar para no sufrir, el peso de las ausencias, la memoria y los derechos animales. ¿Vaya mezcla, eh? Ya os he dicho que es un libro complejo. Además, como en gran parte está ambientado en los 90, contiene múltiples referencias a la cultura pop de esa década (desde paralelismos con Star Wars hasta referencias a Expediente X), lo que junto a la facilidad con la que se lee creo que puede hacer que resulte atractivo a un público amplio, al menos lo suficiente como para darle una oportunidad y comprobar si uno tiene interés en la parte más cruda del libro, que también es lo que hace que sea tan diferente a todos los que hayáis podido leer sobre la familia y la identidad (temas universales -y por tanto manidos- donde los haya).
Bajo esta primera capa, Fowler crea una historia profundamente triste y la utiliza para contarnos una realidad dramática más amplia que suele permanecer oculta delante de nuestras propias narices, que conocemos pero no queremos ver. Aún esto está escrito con sensibilidad y sentido del humor, y siendo una lectura agridulce trata con cariño a sus personajes, todos ellos imperfectos, con sus claroscuros, pero entrañables, consiguiendo que a ti también te importe lo que sucede con sus vidas y sus relaciones.
[AVISO, WARNING: a partir de aquí SPOILERS Malpaso style, la que avisa no es traidora]

Esta escritora considera que una de las mayores funciones de la literatura es fomentar la empatía, consiguiendo que nos pongamos en la piel de otras personas, con otras culturas, otras circunstancias, con sus particulares alegrías y desgracias, y adoptemos su punto de vista al menos durante un ratito. Con esta novela se propuso ampliar ese foco, y además de empatizar con Rosemary quiere que consigamos hacer esa conexión con los animales.
Pero espera, espera, ¿no habías dicho que este libro trataba sobre la familia?
Y sí, lo que pasa es que uno de los miembros de la familia de Rosemary es un animal. Hasta aquí, nada sorprendente, ¿quién no entiende a su perro o al gato familiar como uno más? Es algo que si no hemos vivido en primera persona podemos escuchar con frecuencia, y hay más de un libro escrito analizando las relaciones humanas desde esa perspectiva canina o felina. La cosa es que en este relato no se trata de un animal doméstico, y este personaje no ocupa en las relaciones ni en la vida de la protagonista el lugar del “animal” familiar. Tampoco se humaniza a este personaje dándole un discurso interno propio de un animal humano, como si suelen hacer los libros sobre “mascotas”. Rosemary tarda aproximadamente un tercio del libro en revelarnos que su hermana Fern, que comparte nombre con la niña protagonista de La telaraña de Carlota pero no su amor por los arácnidos (a los que denomina “caquitas reptantes”), y una de las ausencias que ha marcado su vida, es una chimpancé.

Durante el primer tercio del libro Fowler va dejando pistas al respecto, y como la misma Rosemary dice cuando revela al fin la naturaleza de su hermana desaparecida, habrá gente que la entienda antes de hacerla explícita. Yo entré en el juego que propone Fowler y me dejé impactar cuando por fin Rosemary se sincera, por eso mi sugerencia de leer el libro sin conocer la sinopsis, ya que creo que si conseguimos dejarnos guiar por Fowler, es un recurso efectivo. 
Rosemary empieza contando su historia por la mitad, y Fowler juega con nosotros no revelándonos todo esto hasta que no ha avanzado la trama, lo cuál hace que seamos más conscientes de las similitudes entre Fern y Rosemary que de sus diferencias. Y una vez conocida la naturaleza de Fern y habiendo creado este efecto, la escritora ya puede profundizar con libertad en la historia de la familia de Rosemary y en el sufrimiento que se genera al utilizar animales para propósitos humanos. Pese a que no utiliza la “trampa” de dotar a Fern de una palabra que no posee para explicarnos su punto de vista, utiliza la de Rosemary para acercarnos a sus experiencias, sus emociones, sus necesidades y sus traumas de una forma realista y que evidencia su naturaleza común.
El caso es que la que puede parecer una experiencia marciana se inspira en una serie de experimentos reales. Bajo la premisa “nature VS nurture”, e intentando resolver la modesta pregunta de qué nos hacía humanos, se llevaron a cabo dentro de la psicología en los años 30 una serie de estudios en los que se integraba a crías de chimpancé en familias humanas, para observar sus capacidades lingüisticas y de aprendizaje en general en contraste con nuestros cachorros. En el libro, se traslada uno de esos experimentos a los años 70, y la familia de Rosemary, cuyo padre es un psicólogo experimental vinculado a la universidad, es la encargada de criar a la pequeña Fern en las mismas condiciones que Rosemary, la hija menor de la familia, con todo lo que eso implica.
En la novela se personifican dos posiciones contrapuestas en la protagonista del libro, Rosemary, y su hermano Lowell. Rosemary, que a mi juicio es una especie de alter-ego literario de Fowler, en el momento en el que se inicia la historia vive en una especie de bloqueo por su necesidad de evitar pensar en su infancia y en los sucesos que desembocaron en la ausencia de sus hermanos. Este tabú, familiar y autoimpuesto, va comiéndole terreno e invadiendo diferentes áreas que necesita sortear para no plantearse lo ocurrido, de tal manera que se encuentra tan constreñida que ni siquiera es capaz de saber quién es o qué quiere en la vida. La novela se centra en el proceso de Rosemary para poder ir integrando aquello que ocurrió y a su vez empezar a (re)conocerse a sí misma. Y en este proceso, Rosemary avanza en paralelo en sus reflexiones sobre nuestro trato hacia los animales, necesitando en un principio mirar hacia otro lado para evitar sufrir, y pudiendo ir desengañándose poco a poco en la medida en que va siendo sincera consigo misma con respecto a lo ocurrido durante su niñez.
El contrapunto a Rosemary lo da su hermano Lowell, el cual marca gran parte de la trama con su ausencia. Lowell ha podido ver la realidad con toda su crudeza desde adolescente, tanto en su vida como en la vida de Fern, y su amor por su hermana primate y su rabia ante la injusticia le ha llevado a asumir un compromiso firme y absoluto luchando contra esta, con la pérdida de equilibrio que implica estar expuesto de forma constante a la realidad cruenta del uso animal.
También es interesante la posición del padre de la familia, el científico, que al menos en parte representa la postura supuestamente racional de obviar ciertas cuestiones con respecto al sufrimiento animal para intentar responder a preguntas de interés para los humanos.
En las entrevistas que he leído Fowler se muestra reacia a citar fuentes concretas, pero asegura que pasó más de 10 años documentándose para poder recrear con fidelidad el comportamiento de Fern. Está claro que leyó sobre todos esos experimentos con chimpancés criados como humanos, sobre los que cuenta detalles a lo largo de la novela, y también que investigó sobre cómo utilizamos a los animales en sentido amplio, y sobre sus capacidades cognitivas, sociales, y afectivas. También investigó sobre el movimiento por la lucha de los derechos animales, con la acción directa y el ALF (Animal Liberation Front) incluido. Porque sí, el Frente de Liberación Animal, ese simpático grupo activista que aparece en la película Okja, existe en realidad y también está representado en este libro.
Parece que la misma Fowler se vió transformada al contar la historia de Fern. El libro se inspiró al relatarle a su hija los experimentos con primates que conocía por su propio padre, que como el de Rosemary, era psicólogo experimental. Su hija la animó a escribir sobre el tema, y ella decidió que daría forma de libro a sus argumentos en la eterna discusión que mantenía con su padre sobre las capacidades de los animales, que confrontaba sus observaciones intuitivas de los animales familiares con los datos de laboratorio que recolectaba él.
Fowler cuenta que a medida que profundizó en la investigación, en la historia, y en sus propios argumentos, su propio punto de vista, que pretendía hacernos pensar en el trato que les damos a los primates dadas sus similitudes con nosotros, fue cambiando hasta plantearse porqué lo importante para merecer un trato digno debe ser el parecido con los humanos.

Creo que esta transformación se refleja en el libro y en las reflexiones de Rosemary, que al ir reconciliándose con su pasado, va pudiendo asimilar y conectar con esa parte de sí misma y de su naturaleza que se negaba cuando no podía pensar en su hermana ni en su conexión con Fern, y es que ella también, aunque humana, es un animal.

En síntesis, Fowler deja claro lo que nos quiere transmitir en una entrevista con The guardian cuando afirma “I would like to go even further and have our empathy extend beyond our species. I would like a world in which we recognize that we are all completely beside ourselves.”
Por último, y por si mi recomendación no es suficiente para que le deis una oportunidad a esta preciosidad de libro, os dejo el aval de una de las autoras más reconocidas de la actualidad (y que por lo que se puede leer en los agradecimientos de The power de Naomi Alderman, es coleguita tanto de esta como de Fowler):
Por último, y por si mi recomendación no es suficiente para que le deis una oportunidad a esta preciosidad de libro, os dejo el aval de una de las autoras más reconocidas de la actualidad (y que por lo que se puede leer en los agradecimientos de The power de Naomi Alderman, es coleguita tanto de esta como de Fowler):
“Karen Joy Fowler has written the book she’s always had in her to write.  With all the quiet strangeness of her amazing Sarah Canary, and all the breezy wit and skill of her beloved Jane Austen Book Club, and a new, urgent gravity, she has told the story of an American family. An unusual family—but aren’t all families unusual?  A very American, an only-in-America family—and yet an everywhere family, whose children, parents, siblings, love one another very much, and damage one another badly.  Does the love survive the damage?  Will human beings survive the damage they do to the world they love so much?  This is a strong, deep, sweet novel.”
—Ursula K. Le Guin
La foto de la autora está extraída de : https://www.prhspeakers.com/speaker/karen-joy-fowler
La recomendación de Le Guin aparece en: http://karenjoyfowler.com/
Enlaces de interés:




Algunas recomendaciones bibliográficas:
  • Gorilas en la niebla, Dian Fossey, Salvat Biblioteca Científica, 1985 (está descatalogado y no es fácil de encontrar, yo lo conseguí de segunda mano)
  • Reflejos del Edén, Biruté M.Galdikás, Ed. Pepitas de Calabaza, 2013
  • A través de la ventana. Treinta años estudiando a los chimpancés., Jane Goodall, Salvat Editores, 1994 (también descatalogado pero en versión digital es fácilmente accesible)
  • Mentes maravillosas: qué piensan y sienten los animales, Carl Safina; Galaxia Gutenberg, 2017
  • Liberación animal, de Peter Singer. Editorial Taurus, 2011. Lo incluyo porque una de las áreas que analiza es la experimentación con animales, contando con detalle el lado oscuro de algunos de los experimentos psicólogicos más famosos con animales, como los de Harlow sobre el apego en macacos.
  • ¿Tenemos suficiente inteligencia para entender la inteligencia de los animales?, Frans de Waal; Tusquets, 2016
  • El mono que llevamos dentro, Frans de Waal; Tusquets, 2016
  • R-209. Habla el Frente de Liberación Animal ; Ochodoscuatro Ediciones.



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